lunes, 15 de agosto de 2011


A veces cruzo los dedos para que la lluvia de la mañana borre a todas esas personas. Al levantarme espero tropezar con el teléfono y ver que no hay batería. El silencio huye de mí con prisas, nunca es suficiente el desear no recibir e-mails ni llamadas perdidas completamente vacías. Camino calle abajo vaciando mis bolsillos de experiencias ya pasadas. Busco esa segunda estrella desteñida una noche que dijo ser solo mía. Resbalo entre las calles y avenidas pensando en no pensar, en ser la tímida existencia que graba en tu piel un quizás. Buceo entre aguas turbias intentando que líquido ahogue los infinitos sms que recibo. Intento explicarte, pero tú te empeñas en ignorar las formas que se dibujan en mi cielo. Hablo con todas las colillas desgarradas en el suelo que todos pisamos; Les pregunto por ti, por mi, por esta nada profunda que me acaricia la espalda y juega a pellizcarme. Si solo tus labios pensaran que soy esa persona única, solo tus labios y ningunos más… Entonces quizá mordería esos pensamientos y creería notar en ellos el sabor de la verdad. Demasiadas personas desdibujan mis pupilas, demasiadas pisadas suenan mientras mis manos te susurran. Quisiera gritarles, ignorar su sonrisa cínica… ignorar que hoy hace trece latidos y seis caricias que no me llamas. Durante un segundo, solo uno, deseo sentirme sola en este mundo. Sin el anzuelo que clavaste en mis poros, sin todos esos recuerdos preguntando por esa casa que imaginé, usando como papel la piel de tu cintura. Pero no, el mundo no quiere silenciar sus gritos y mis oídos no pretenden ignorarlos. Mi lengua espera dormida mientras tu alejas más de mi tu vida. Quiero capturar tus despedidas con ella, jugar a dibujar mentiras divertidas y esperanzas que huelan a chocolate

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